Conversamos con el autor de Desdémona despierta, una novela juvenil que aborda temas muy actuales como la violencia y los roles de género, a partir de Otelo, la obra del genial escritor inglés.

Rodrigo Moral es escritor, editor y docente. Es autor, entre otras obras, de La última loca gira de Fernando Peña y sus criaturas, una nouvelle que cuenta una aventura de ficción sobre el polifacético artista y sus personajes y del libro álbum Bajen a mi perrito de la luna. Además, integró las antologías de cuentos Vía muerta, de la editorial Pelos de Punta y Galicia entre nosotros, de la Academia Argentina de Letras. Su última obra es Desdémona despierta, de editorial A-Marte, una novela juvenil que aborda temas muy actuales como la violencia y los roles de género a partir de Otelo, la obra de William Shakespeare. “Es una nouvelle que busca generar espacios de reflexión sobre la mujer, el liderazgo femenino, la violencia de género, sin olvidar que es una obra literaria, es decir, una propuesta estética moldeada por la palabra”, cuenta Moral.

Martina Viterbo, una joven de 14 años, es la protagonista de esta novela que transcurre en la actualidad. La historia comienza con Martina leyendo Romeo y Julieta, el clásico de Shakespeare. “¿Esto es una historia de amor?”, se pregunta indignada y decide buscar otra obra del autor recomendado por sus padres. Elige Otelo y su fascinación por la obra es tal que decide representarla en el acto de fin de año de su escuela, al que hasta ese día había considerado “puro show para que otro año las cosas sigan igual”.

¿Qué es lo que la atrae? ¿La vida de Desdémona, la joven que en Otelo muere a manos de un esposo celoso o que la joven antes de morir acepte su culpa como causante de este homicidio? En parte sí, pero la indignación de Martina, envuelta en la energía plena de su adolescencia, recorre otros caminos. “Sos una mujer, no un destino”, le dice a Desdémona en sueños. Ella sabe que la protagonista de Otelo es un personaje de ficción, pero que a la vez, esa situación de violencia es la de muchas mujeres que conoce, como su mejor amiga. Entonces, llevar a escena la obra con su amiga como protagonista, es el comienzo de una serie de acciones para cambiar algo de esa realidad.

 

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¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela? 
La novela parte de una propuesta de la editorial A-Marte para su colección Mundo Shakespeare. La idea de la colección es traer a nuestros días la obra del genio isabelino y acercársela de una manera actual a los nuevos lectores —niños y adolescentes—, los recienvenidos.  Y, por otro lado, en mi caso, la idea también fue deconstruirla. Y Otelo se prestaba mucho para esto. Si bien puede leerse como la pieza de los celos, es más perturbadora si desnaturalizamos esa muerte recurrente de Desdémona en manos de su marido.

Con Desdémona despierta quise jugar con la idea que Desdémona terminase lectura tras lectura y representación tras representación muerta por Otelo. Quise que se diera cuenta de su destino trágico, fatal, que es el de muchas mujeres. Por eso Martina, la protagonista de mi relato, rebelde, peleada con el mundo, llena de preguntas, decide hacer su propia versión de Otelo para el festival de su colegio y sorprender y conmocionar a todo el mundo.

¿Por qué te parece importante abordar estas temáticas en una obra pensada para un público juvenil?
Todas las temáticas son puertas. Cada una instala una charla, un debate, del lector consigo mismo y luego, quizás -y creo que es lo esperable-, del lector con otros y con la sociedad. La literatura es una forma de libertad, una propuesta lúdica pero con algún sentido reflexivo. No quiero decir que deba ser aleccionadora o moralizante. Nada más lejos. Pero bien abordados los temas deberían hacernos pensar sobre el devenir del ser humano y, por qué no, originar una toma de conciencia. 

¿Qué dificultades encontraste al empezar a escribirla?
Yo mismo. Mi condición y condicionamiento de hombre. Mi DNI. La época, mi crianza, saber si realmente la propuesta era adecuada y no estaba metiendo la pata perpetuando una mirada machista. Mientras escribía me preocupaba mucho si por más que quisiese trabajar sobre la perspectiva de género, no estaba pudiendo lograr un tratamiento adecuado del tema. Me preocupaba no poder hacerme realmente de una sensibilidad sobre el tema.

”Sos una mujer, no un destino”, le dice Martina a Desdémona en un sueño, una frase con un componente feminista fuerte y en la novela hay varias más en la misma línea. ¿Cómo llegaste a plasmar esos conceptos en la novela? ¿Te documentaste? ¿Hablaste con mujeres de la edad de Martina?
Soy profesor de secundaria así que estoy muy en contacto con el público al que le suelo escribir. Hablo mucho con las chicas y los chicos, me gusta conocer lo que opinan, cómo piensan esta época, qué leen y por qué. Creo que hay que estar en sintonía con ellos para poder escribir para ellos sin dar un traspié. Frases como la que señalás vienen solas, pero no mágicamente. Quiero decir que vienen solas cuando sabés de lo que estás hablando, hay honestidad en ello y los personajes ya están jugando por sí solos. Entonces el discurso se puebla de coherencia, altura y solidez.

Por otro lado, la escuela me parece un gran tema para abordar, porque es preciso repensarla ya, de inmediato. Después de esta pandemia muchos colegios no debieran seguir siendo los mismos. Hay rastros medievales, arcaizantes, en muchas instituciones educativas. Los chicos no tienen idea de qué es la escuela y están ahí dentro. Nunca nadie se los explicó, y las pocas respuestas que se les dan son chapuceras y adultocéntricas. El colegio es el vínculo entre las generaciones, es el pase del tesoro de la sabiduría de la vieja generación a la recienvenida. Gracias a los colegios, unos les dejan en guarda a los otros sus avances, sus logros, y así podemos seguir creciendo en ciencia, tecnología, solidaridad, ciudadanía, etc, supongamos, siempre, hacia futuros utópicos. 

Desde tu perspectiva como editor y escritor, ¿cómo ves a la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) en Argentina hoy?
De un tiempo a esta parte, la LIJ ha hecho un gran camino y ya no depende del discurso aleccionador y paternalista, de los adultos hablando del deber ser, con lenguaje aniñado -en el sentido de forzado a un discurso torpe e ingenuo-, sino que se permite ser más lúdica, arrebatada -incluso irrespetuosa-, tratar temas tabúes, etc. Hoy la LIJ es más osada y burlona, y suele tener un importante cariz político. Político en el sentido de jugado, aliado con la sociedad, comprometido, incluso con toques de denuncia.

Creo que la LIJ es la literatura más valiosa en ese sentido, porque si la literatura como expresión artística busca conmover, en la infancia y adolescencia puede cambiar una forma de pensar, incluso una vida. Hay miles de ejemplos a la vista. Arlt, sin duda, es uno de ellos.

¿Tenés o tuviste alguna vez vínculos con alguna biblioteca popular?
Muchos de los talleres que me tocó coordinar o círculos de escritores en los que participé tuvieron como lugares de encuentro distintas bibliotecas populares, tanto en San Martín como en Tres de Febrero. Y no solo eso, he organizado algún evento artístico y recurrí a las bibliotecas populares para llevarlo adelante. Son grandes espacios, en el sentido de importancia social, lugares en los que más allá de los libros y las lecturas y los saberes circulantes, lo que sucede es el cruce de los intereses y los actores de la cultura. 

 

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