Se cumplen 193 años del nacimiento de uno de los autores más importantes de todas las épocas. Obras como Guerra y Paz o Anna Karénina marcaron una forma de leer y escribir, y aquello que se entendió como realismo literario. Sus ideas pacifistas y de amor a la vida también inspiraron a distintas personalidades célebres, como Mahatma Gandhi y Martin Luther King. En esta nota, además, recomendamos cinco de sus mejores libros.

Apenas era un veinteañero. En Moscú y San Petersburgo, se entregó al juego, al alcohol y a contraer una cantidad de deudas que lo obligaron, más de una vez, a esconderse de sus acreedores. En 1853, se declaró la Guerra de Crimea entre los Imperios ruso y otomano. Y él, influenciado por su hermano Nikolái, probó suerte incorporándose en el ejército. Llegó a luchar en el campo de batalla; pero, según biografías, comenzó con problemas reumáticos. Le recomendaron reposo, lo que puso fin a su carrera militar. Si bien desde niño ya le gustaba leer y escribir, es a partir de este momento cuando empezó a componer sus primeros textos. Lo que no sabía este veinteañero ruso es que, a su vez, estaba escribiendo un capítulo imborrable no solo de la literatura rusa, sino de la literatura universal con sello y nombre propios: Lev Tolstói.

“Lev Nikoláievich Tolstói, como toda personalidad arrolladora, posee la sorprendente particularidad de producir en quienes lo rodean un estado anímico especial. No importa dónde aparezca, de inmediato avanza bien provisto hacia el mundo moral de la persona y ya no queda espacio para nada que tenga que ver con los intereses mundanos. (…) Como hipnotizado, en su presencia yo ya sólo podía someterme a su voluntad”, dijo una vez el pintor y escultor ruso, Ilyá Repin, amigo durante más de treinta años del escritor. Repin fue quien dejó para la posteridad varios retratos de aquel hombre que —junto con Pushkin, Gógol, Lermontov, Dostoievski— le dio forma al siglo de oro de la literatura rusa.

Tólstoi por Repin

 

Ese ánimo especial y fuerza de atracción que mencionaba el pintor acerca de Tolstói, también se puede encontrar en los libros que marcaron un antes y un después en las letras del siglo XIX. Novelas como Guerra y paz (1865-1869) y Anna Karénina (1875-1877) lo posicionaron como uno de los mejores autores que, al decir del escritor británico E. M. Forster, “ha dado un cuadro tan completo de la vida del hombre, en su aspecto doméstico y heroico a la vez”. 

Con un estilo realista y una fuerte presencia de la crítica social, Tolstói formó parte de un grupo de escritores decimonónicos que no escribió literatura por el puro goce estético. O al menos no solo por ello; sino que, además, creía en la obligación y compromiso con todo el pueblo ruso. Estos autores sentían que se les había asignado una misión y mediante la cuál debían responder crítica y políticamente. Tolstói no dudó en expresar sus ideas en cada uno de sus textos: novelas, cuentos, ensayos, escritos pedagógicos y teológicos. Fue más que incisivo contra la Iglesia ortodoxa —esto le costó la excomunión en 1901— y el Imperio zarista. No son pocos los que sostienen que el escritor fue quien predijo el fin del gobierno de los zares, a partir de la reflexión aguda que ejercía en sus páginas.     

A propósito de su producción, hay quienes sostienen —como el traductor español Víctor Gallego, distinguido con el Premio Internacional de Traducción Read Rusia 2012 por su traducción al español de Anna Karénina (Editorial Alba)— que toda la obra de Lev Tolstói se puede dividir en dos grandes etapas. Una, desde sus primeros borradores literarios hasta la grave crisis moral que padeció en la década de 1870 (según cuenta en Una confesión (1882), el autor atravesó una experiencia espiritual y, desde ahí, se convirtió en un pacifista y anarquista cristiano); y otra, desde esa fecha hasta su dramática muerte de camino a un monasterio, el 20 de noviembre de 1910.

Tolstoi

 

“En esa primera etapa, jalonada por sus dos grandes novelas, Guerra y paz y Anna Karénina, asistimos a una plasmación cada vez más perfecta y precisa del estilo literario quizá más distintivo y personal del autor, caracterizado por una obsesiva búsqueda de la verdad y un intento de abarcar todos los motivos y facetas de la realidad. Tolstói se demora en los detalles, explora los sentimientos y las miradas, disecciona los ademanes y los atavíos, otea los campos, nombra plantas y flores, detalla la textura de la nieve, contempla los cielos y dibuja su voluble e impar fisonomía. Ningún pormenor escapa a sus ojos”, comentó Gallego. 

Y agregó: “A diferencia de Chéjov, que siempre elige y discrimina, Tolstói abarca, amontona, acumula, apila y almacena. Es un escritor exhaustivo, exuberante y ambicioso, que aspira a verlo todo, a contarlo todo, a comprenderlo todo, a desplegar todos los colores y no olvidar una mínima parcela de vida, la más nimia precisión, por escasa que sea su incidencia en la historia que está narrando”.

Las múltiples lecturas de la obra de Tolstói no solo influenciaron a distintas generaciones de escritores —por ejemplo, en la Argentina, a autores como Roberto Arlt o Guillermo Saccomano—, sino también a personalidades internacionales como Mahatma Gandhi. Al respecto, se dice que a partir de un intenso estudio que Tolstói realizó de Ensayo sobre la desobediencia civil, del anarquista norteamericano Henry David Thoreau, redactó un texto de opinión que envió a un periódico de la India, titulado Carta a un hindú. Allí, el ruso argumentaba a favor del país asiático por su independencia del Imperio británico. La repercusión que tuvo ese escrito desembocó en una larga correspondencia con Gandhi. El escritor ruso expresó su posición que, tal vez, puede sintetizarse en una de sus frases: “La práctica de la violencia no es compatible con el amor como ley fundamental de la vida” Como comentan algunos biógrafos, fue una de las influencias del líder espiritual indio para pensar el concepto de “resistencia no violenta”. Desde esta premisa, años después, Martín Luther King también llevó a la práctica las enseñanzas de Tolstói y Gandhi para combatir, en su tierra norteamericana, el racismo, la discriminación, la pobreza y exclusión de la comunidad afroamericana. 

Estas ideas de amor, justicia y conciencia social, poco a poco, hicieron que Lev Tolstói se alejara del modo de vida aristocrático en el que había nacido, el 9 de septiembre de 1828 en el pueblo de Yásnaia Poliana, a 200 km de Moscú. Ya de joven, luego de cursar algunos estudios superiores, comenzó a reflexionar y cuestionar la forma en que vivían los empleados de servidumbre que trabajaban en su hogar. Ese cambio despertó en el futuro escritor una conciencia social y de clase, que nunca más lo abandonó. Durante la última etapa de su vida, ya consagrado como estrella literaria, intentó renunciar a sus propiedades para repartirlas entre la clase más baja de la población. Su mujer, Sofía Behrs, se negó a este pedido cuya consecuencia fue la decisión de Tolstói de abandonar el hogar. Con 82 años, Lev Nikoláievich Tolstói murió de neumonía en 1910, en la estación ferroviaria de Astapovo: localidad que, actualmente, lleva su nombre.

Para celebrar este nuevo aniversario del natalicio del escritor ruso, compartimos cinco de sus mejores obras:

Guerra y paz (1865-1869)

Considerada como una de las grandes obras de la literatura rusa del siglo XIX, la novela narra las peripecias no solo de un momento histórico crucial, durante medio siglo de historia rusa desde las guerras napoleónicas, sino también todas las vicisitudes que atraviesan algunas de las familias más aristocráticas de Rusia. De corte realista, con una crítica social incisiva y un desfile de personajes interesantes, Tolstói construye un relato épico que oscila entre Moscú y San Petersburgo, palacios y campos de batalla, donde la revolución llegará a lo más hondo de la condición humana.

Anna Karénina (1875-1877)

A partir de cierta decadencia que se intuye sobre el imperio zarista, el autor retrata la moral y las frivolidades de una época que atraviesan y condicionan a la joven aristócrata que le da título a la novela. El escándalo, los rumores, la apariencia social y la tragedia giran en torno de esta heroína enamorada que, fiel a su corazón, llegará hasta las últimas consecuencias. Tal vez, la novela romántica rusa más importante desde su publicación.
 

La muerte de Iván Ilich (1886)

Inspirada en una crisis que sufrió al cumplir su quinta década de edad y, luego, el cambio radical que le dio a su vida a partir de ese momento, Tolstói le dio forma a otro de sus textos más conocidos. Por su parte, Iván Ilich parece tenerlo todo. Sin embargo, la monotonía constante comenzará a resquebrajar algo más que su propia rutina y a cuestionarse de qué se trata aquel “todo”. Además, la llegada de un personaje especial le mostrará otras perspectivas, quizá, para completar su íntima y personal transformación. Según Vladimir Nabokov y Mahatma Gandhi, la mejor  obra de toda la literatura rusa. 
 

Resurrección (1899)

La última novela que Tolstói publicó en vida: una historia de culpa, arrepentimiento y redención, a partir de cierta relación que hubo una vez entre una joven (ahora caída en desgracia y devenida en prostituta) y un príncipe seductor. Ella está a punto de ser enjuiciada por supuestos delitos y confinada en Siberia; él es parte del jurado y cree en su inocencia. Tolstói describe con maestría cómo se impartía la justicia de la época y la complejidad social que atravesó la sociedad rusa a finales del siglo XIX.
 

La sonata a Kreutzer (1889)

Hay quienes dicen que, en esta novela, Tolstói expresó sus propios celos a partir de cierta “obsesión” por parte de su mujer, Sofía Behrs, con el músico y compositor Serguéi Tanéyev. Pózdnyshev, su esposa y un violinista, los personajes de la obra, afrontan aquellas mismas tensiones que darán lugar a un torbellino de emociones, sentimientos e, incluso, irracionalidades. Tolstói reflexiona, en este texto, sobre los desbordamientos, precipitaciones e intentos de posesión que, muchas veces, provocan las pasiones humanas.