Es uno de los escritores de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) más leídos del país. Inquieto, no se cansa de experimentar con géneros, estilos y formatos. Es autor de cuentos, novelas, guiones y obras de teatro de humor, realistas, fantásticos y de suspenso. En esta entrevista nos cuenta cómo nacieron sus primeros libros, nos revela cómo elige los temas que aborda y opina sobre el mundo de la literatura infanto-juvenil en Argentina.

A Martín Blasco siempre le interesó escribir. A los once años garabateaba cuentos fantásticos en un cuaderno escolar; en la adolescencia, cuando su sueño era ser una estrella de rock, escribía canciones. Luego de su paso por la carrera de cine, se inclinó hacia los guiones de películas y cortos. Su llegada al mundo de la literatura -más específicamente al de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ)- comenzó a gestarse en la adultez, en una biblioteca de San Martín de los Andes. Había llegado a la ciudad neuquina junto a su esposa y su pequeño hijo buscando un poco de tranquilidad. Una tarde, ojeando libros infantiles para leerle a su niño, entendió que muchos de los guiones que guardaba, que los programas de televisión que había pensado e incluso aquellas canciones de la adolescencia olvidadas en una carpeta, podían ser reinterpretados como LIJ. Poco tiempo después, publicaba Maxi Marote, su primer libro para chicos. Le siguieron, entre otros, Cinco problemas para Don Caracol, El misterio de la fuente, Vidas piratas, Las monedas mágicas, XVZ: archivos ultrasecretos, XVZ: plan de conquista mundial y las novelas juveniles El bastón de plata y La oscuridad de los colores.

Además, muchas de sus obras fueron premiadas. En la línea recta y Los extrañamientos fueron seleccionadas para integrar la lista The White Ravens que cada año destaca a los mejores libros infantiles y juveniles en todo el mundo. En 2012, su obra de teatro La leyenda del calamar gigante fue destacada por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA) y, la novela de suspenso La oscuridad de los colores fue elegida por la Cámara Argentina de Publicaciones como la mejor novela editada en 2015.

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¿Cómo salieron a la luz, y en forma de libros infantiles, los guiones, las canciones y las ideas que tenías escritas por ahí?
La mayoría eran cosas que tenía sin terminar. Algunos los hice para presentar en concursos del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), en canales o los había escrito para concursos de literatura para grandes. Muchos estaban por la mitad. Cuando descubrí la LIJ, descubrí un mundo en el que todo eso que yo hacía cuadraba. Tuve suerte porque en la primera editorial a la que fui, Norma, me compraron el material y ahí arranqué. A Antonio Santa Ana -que en ese momento era el Director del Grupo Norma- le debo mucho. Yo había ganado un concurso en la revista Imaginaria y me habían publicado el cuento. Con eso ya me animé a armar algo, fui a Norma y dejé un sobre en la puerta a nombre de él. Tuve mucha suerte porque Santa Ana tenía que hacer un viaje, se llevó el material con él y me llamó a los dos días. Me dijo que compraba el material y yo le dije que tenía mucho más. Al poco tiempo, salieron tres de mis libros, muy pegaditos entre sí porque eran para tres tipos de lectores distintos: Maxi Marote, que era para chicos de una edad media; Cinco problemas para Don Caracol, que era para chiquitos y En la línea recta, para adolescentes. Los tres anduvieron muy bien. Pasaron doce años y los tres están en las librerías todavía.

¿Estás contento con esa vigencia o son libros a los que ya mirás de reojo?
Yo no releo nunca nada, así que no sé (risas). Tampoco me gusta cambiar. Maxi Marote tiene cosas que seguro quedaron viejas. Por ejemplo, hay un momento en el que revelan fotos, pero me parece tonto corregir esas cosas. Prefiero que queden como marcas de época. A veces voy a colegios y me piden que lea un pedazo de Maxi Marote y no puedo creer lo mal que escribía porque creo que técnicamente mejoré bastante. Pero de repente leo un chiste y digo “que buen chiste este, sigue siendo uno de los mejores chistes que se me han ocurrido”.

¿Cómo elegís los géneros y los temas que abordás en tus libros?
Yo me sigo pensando todavía como estudiante porque no estudié literatura y, menos, LIJ. Fui aprendiendo a medida que publicaba. Me gusta que cada vez que encaro un libro sea algo que no haya hecho nunca. Con Maxi Marote, a la editorial se lo vendí como uno de esos personajes con los que podés sacar mil libros. Pero nunca hubo un segundo porque siempre me pasa lo mismo: prefiero saltar a probar otra cosa porque me gustaría seguir teniendo más herramientas. El otro día hablaba con alguien que me decía que para él lo más importante es encontrar la voz. Yo creo que no, me gusta más estar en constante cambio. Capaz me pasa que algún día digo “acá me quedo” pero por ahora no.

¿Como lector también vas variando en cuanto a géneros y temáticas?
Si, y supongo que mi forma de encarar la escritura también tiene que ver con eso. Además, yo escucho música variada y veo cine muy variado. Cuando estudiaba cine estaban los que seguían a Spielberg y el cine hollywoodense y mainstream, contra los que seguían a Godard y el cine transgresor. A mí me gustan las dos cosas. Puede haber una película pochoclera que me parece perfecta como lo que es y puede haber una película de cine arte que me parece perfecta como lo que es, también. Tampoco me interesan demasiado las categorías o decir “esto es superior a lo otro”. No sé qué es superior y me parece tonto pensarlo. Prefiero no pensarlo así. Si vos me decís “¿Sin aliento de Godard es superior a Volver al  futuro, que enamoró a generaciones y generaciones?” mi respuesta es: yo qué sé.

¿Esa postura te permite abordar la literatura con más libertad?
Si, la LIJ tiene esa ventaja. En la escritura para adultos es diferente. Por ejemplo, sería raro si mañana Claudia Piñeiro saca un libro de humor. Los escritores de literatura para adultos están más obligados a ser cuentistas o novelistas, intelectuales o populares. Enseguida hay que armar el cartelito. En la LIJ hay más permiso porque quizá vale más el libro que el autor. Quizá por esas cuestiones es que el autor no termina de estar valorado. El libro funciona o no funciona.

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¿Cuáles creés que los otros pro y contras de escribir LIJ en Argentina?
Como contra, la LIJ no tiene prestigio académico. Aunque de la boca para afuera todos dicen “la literatura infantil es igual de importante que la literatura para adultos”, en la práctica no es así. Agarrás cualquier suplemento cultural, te fijás el espacio que ocupa cada uno y te das cuenta. Por otro lado, la literatura infantil tiene niveles de venta que serían la envidia de cualquier autor de literatura para grandes. Así que si eso es lo que cuesta que no sea tan valorada, en definitiva, no me parece una desventaja. 

El año pasado trabajé como guionista de una película y los medios la mataron, quizá con razón, pero yo pensaba en el director que trabajó cinco años en el proyecto para que se lo destrocen. Lo mismo pasa en la literatura para adultos. Eso en la LIJ no pasa. Si sale algo en algún medio es a favor. No hay reseñas, no hay críticas, no hay nada. Eso es malo pero, a la vez, bueno porque te permite trabajar más tranquilo. La LIJ es un espacio de libertad para el escritor, permite más experimentación y adquirir más herramientas. De hecho, hay muchos autores que pasaron de la LIJ a la literatura para adultos, como Liliana Bodoc, Pablo De Santis, Inés Garland, María Teresa Andruetto.

¿Qué leías en tu infancia?
De LIJ, María Elena Walsh, Elsa Bornemann. Mis viejos eran muy intelectuales. No había plata para otras cosas, pero libros había por todos lados. Recién de grande me di cuenta que de chico tenía muy buena literatura infantil. También leí las cosas que leímos todos, como Elige tu propia aventura. Siempre fui bastante lector. También leía libros para grandes. En mi casa había libros por todos lados. Por ejemplo, había libros entre las toallas. Ibas a buscar una y se te venían los libros en la cabeza. Había un libro que era mi favorito. Era un libro -álbum con ilustraciones de hombres y mujeres desnudos. Era de Bertold Brecht en alemán, pero a mi me gustaban los dibujos. Había muchos libros de sociología en la biblioteca de mis viejos y cada tanto encontraba algo de literatura que me llamaba la atención.

¿Recordás que alguno de esos libros te haya interesado especialmente?
Ficciones. Me la pasaba leyéndolo sin entender nada hasta que un día agarré el cuento “La escritura del Dios”, lo entendí y me gustó mucho. Porque Borges tiene eso, tiene cosas imposibles para un chico, pero también tiene otras que son muy accesibles, por ejemplo el cuento “La casa de Asterión”. Ese cuento me impactó. Esa fue la primera vez que un libro me impactó mucho.

¿Concurrías o concurrís a bibliotecas populares o públicas?
De chico no. En mi casa había tantos libros que no era necesario. Pero de grande, si. De hecho el descubrimiento de que mis escritos podrían cuadrar en la LIJ lo hice en una biblioteca de San Martín de los Andes. Yo viví allá un tiempo. Estaba podrido de trabajar como productor de televisión y nos fuimos para allá con mi ex esposa y mi hijo. Económicamente, me terminó yendo muy mal. Estaba todo el día sin hacer nada, sin un mango, sin saber muy bien de qué iba a laburar. Entonces, iba todos los días a la biblioteca y sacaba algo y lo leía. Un día me acerqué a la parte de infantiles buscando algo para leerle a mi hijo, que era un bebé en ese momento. Yo no sabía lo que era la LIJ. Tengo el recuerdo de entrar y ver las mismas colecciones en las que hoy publico y pensar “todas las ideas que yo tengo podrían cuadrar acá”. Volví a casa enloquecido y ahí empezó todo.

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Biblioteca Blasco

Recomendamos algunos libros de este prolífico escritor:

Cinco problemas para don caracol (2006)
Cuando los bichos del jardín se pelean o están confundidos llaman a don Caracol. Él prefiere que no le interrumpan la siesta, pero siempre está dispuesto a darle una lección al perro o mediar entre una mariposa y una araña. Hasta que aparece el insistente bicho bolita, quien no lo dejará dormir hasta ser su discípulo.

En la línea recta (2007)
La novela cuenta la vida de Damián, un joven amante de la música al que la muerte de su padre lo afecta significativamente, teniendo un hermano pequeño de 8 años y una madre devastada por la muerte de su esposo comienza a perderse el mismo en sus pensamientos.

El misterio de la fuente (2007)
La extraña aparición de una fuente que provee agua a los vecinos genera sorpresa, alegría y mentiras. El turco Karim y Pancho investigarán y develarán el misterio.

XVZ Archivos ultra secretos (2010)
Tres compañeros de colegio se convierten en investigadores para buscar explicaciones a los sucesos extraordinarios que los rodean. Así, forman un grupo que tiene por primera misión descubrir si el profesor de música es un hombre lobo.

El bastón de plata (2011)
Un manuscrito del siglo XII nos invita a conocer la vida de Iusuf, un muchacho de Bagdad que, después de pasar años como esclavo y en la prisión, emprende la búsqueda de un mítico bastón de plata.

El viento vuela cosas (2015)

Son cuentos insólitos, absurdos, desopilantes, exagerados. En este mundo patas para arriba, los príncipes no quieren ser príncipes, los leones quieren ser conejos, un duende caprichoso hace travesuras, un mago no sabe sus trucos y se ofende con el público, y un hombre muerto sigue vivo.

La oscuridad de los colores (2016)
Un periodista que tiene como misión realizar un trabajo de investigación sobre cinco secuestros de bebés ocurridos 20 años antes ya que una de las secuestradas, ya adulta, vuelve a su casa sin ningún recuerdo aparente. La aparición de esta extraña mujer dará comienzo a una historia escalofriante.

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