El italiano Gino Roncaglia brindó una charla en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y expuso sobre las características del mundo 2.0. Frente a un ecosistema digital que modificó las formas de leer y producir contenidos, planteó algunas estrategias para promover la lectura de libros en papel.

El investigador y docente italiano Gino Roncaglia brindó una charla en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) en la que puso en contacto dos campos en los que trabaja: el de la pedagogía y el de las disciplinas del libro y la documentación. Particularmente, abordó cuestiones relacionadas con el libro en sus distintos soportes, el ecosistema digital, la lectura y la gestión de bibliotecas.

Roncaglia es doctor en filosofía por la Universidad La Sapienza, de Roma, y actualmente se desempeña como profesor de informática aplicada a las Humanidades y a la edición multimedia en la Universidad de la Tuscia. Además, es director de un máster universitario en e-learning y de los cursos avanzados sobre e-books, el futuro del libro y de la web semántica. También es miembro de la Comisión Universitaria de Bibliotecas. 

En su presentación, se propuso discutir algunas cuestiones vinculadas al mundo digital y a los libros; al tiempo que aportó algunas ideas para promover la lectura de libros en papel. "El ecosistema digital está cambiando el modo en que se leen y se producen los contenidos —expresó Roncaglia— Por ejemplo, brinda la posibilidad de unir distintos códigos: imágenes, textos, videos. O de construir contenidos interactivos. Los contenidos que circulan en el mundo digital son predominantemente breves, granulares, fragmentarios (por ejemplo, los posteos de un blog, las historias de Instagram, los e-mails, y otro tipo de contenidos muy breves). En cambio, en nuestra tradición cultural, la tradición del libro, nos hemos relacionado con contenidos largos, estructurados, complejos. Esa complejidad puede ser narrativa o argumentativa”.

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Luego se preguntó: “¿La granularidad, estos contenidos breves, es la forma natural de lo digital?”. Respondió que no, que el ecosistema digital sigue en desarrollo y que es posible la evolución de esos contenidos hacia formas más complejas. Para fundamentar su respuesta estableció una comparación entre la evolución del mundo digital y el desarrollo de las sociedades humanas. Así, explicó que el mundo digital comenzó a desarrollarse a mediados de los años 80, con el uso de internet vía modem a la que, habitualmente, se accedía por períodos breves; se exploraba ese territorio nuevo, y se capturaba algún contenido que podía resultar interesante. Llamó a esta época la de “los de los primeros cazadores-recolectores”. Al tiempo que ubicó la primera “urbanización digital” a principios de la década de 1990 con el desarrollo de la World Wide Web, la aparición del concepto de “sitio” y el “cultivo de información” por parte de los usuarios. “Es la época de las primeras ciudades informativas, en general construidas con ‘edificios bajos’, es decir, contenidos de baja complejidad”, explicó. 

El investigador señaló que con la llegada de la web 2.0 y el desarrollo de las redes sociales comenzaron a circular contenidos generados por los mismos usuarios. “Hay una construcción artesanal de contenidos. Es la edad del ‘artesanado’ y del ‘comercio’. La información se mueve, se comparte. Estos contenidos son de información granular, simple, fragmentaria. Hay una cadena de pequeños objetos informativos. Nosotros los producimos y los hacemos circular”, desarrolló el investigador. 

“No hemos llegado aún a la ‘edad de la catedrales’ -afirmó Roncaglia- pero hay indicios de que estamos avanzando hacia allí. Estamos haciendo un pasaje desde esta ‘granularidad’ hacia edificios informativos más complejos”. 

En el segundo segmento de la charla, Gino Roncaglia se preguntó “¿Cómo pueden las bibliotecas hacer que se lea más sin separar al libro, sin dejarlo en una especie de nicho, solo, aislado del mundo comunicativo real?”. Y en esta línea planteó dos estrategias que podrían aplicar las escuelas y las bibliotecas. 

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La primera sería la producción de objetos digitales complejos, como videojuegos o libros electrónicos enriquecidos con mapas interactivos, líneas de tiempo, videos, etc. La otra estrategia sería trabajar con el libro teniendo en cuenta el mundo digital que lo circunda. “Es posible pensar en experiencias de lecturas enriquecidas o de lectura aumentada. Nosotros mismos, como lectores, casi naturalmente lo hacemos cuando vamos leyendo y encontramos una referencia a una persona, a una música o a un lugar que no conocemos.Vamos y buscamos de qué se trata, dónde está, qué imágenes de esos lugares podemos hallar. El lector ya usa la red como un espacio de profundización o ensanchamiento de la lectura. Esta estrategia se puede practicar de manera sistemática, trabajando en relación a la profundización”, analizó Roncaglia.