En esta nueva sección de la Revista Bepé conocemos a los socios de las bibliotecas populares de todo el país. Comenzamos por Mabel Yarcho, que es socia de la Alejo Iglesias desde hace 60 años. Su historia personal, en parte, es también la de esa biblioteca tan querida por los vecinos de Villa Elisa. Conocela.

-Anoche me acosté con el pelo negro, pero hoy amaneció todo blanco, se ve que fue por el eclipse...

Mabel bromea sobre su pelo canoso. Los ojos le brillan detrás de sus lentes de aumento. Se ríe. Juega a esconder su edad. 

-También quiero aclarar algo: mi papá era muy previsor, antes de que yo naciera ya me había hecho socia de la biblioteca. 

Hace 60 años que la Biblioteca Popular Alejo Iglesias, de Villa Elisa la tiene como asociada. Una ficha amarillenta, fechada el 19 de enero de 1959, lo atestigua. “Solicito del Señor Presidente mi ingreso como socio de esa institución, comprometiéndome a acatar las disposiciones del Estatuto y del Reglamento Interno de la misma”, dice el cartón amarillento. La firma la niña Silvia M. Yarcho, que esa tarde había llegado a la biblioteca de la mano de su papá.

-Yo tenía ocho años en ese momento. Bueno, ahora ya sabés la verdad, tengo 68. Listo, lo dije. 
Mabel se sigue riendo. 

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Una socia con mucha historia

Hace 31 años que Mabel es, además, integrante de la comisión directiva de la biblioteca y actualmente oficia de vicepresidenta. “Es entrega, responsabilidad, amor incondicional a la biblioteca, es una pieza fundamental”, “Es constante, leal y comprometida, representa la memoria y los valores”, la definen sus compañeras de la biblioteca, Ana y Silvia. María Elena, presidenta de la comisión directiva, dice que es una mujer voluntariosa y colaboradora, luchadora, una vicepresidenta alegre. “Hemos trabajado juntas durante estos años para sacar adelante a la querida biblioteca”, explica. 

La biblioteca popular se fundó el 8 de julio de 1920. En sus comienzos, se llamó Centro Social y Biblioteca Villa Elisa y en 1926 cambió el nombre en homenaje a uno de sus socios fundadores. Siempre fue un espacio de lectura y de reunión de los vecinos, pero, desde hace 30 años, empezó a convertirse en lo que es hoy, un emblema cultural de la ciudad. El trabajo sostenido de su comisión directiva y los vínculos que estrechó la biblioteca con la comunidad fueron fundamentales en este proceso. Actualmente, además de ser un espacio para la lectura, cuenta con talleres artísticos y culturales, apoyo escolar, un ballet y un coro propios y también se dictan cursos con salida laboral. 

De varios de esos talleres artísticos participa Mabel. Va al coro, a los grupos de lectura y escritura, también a yoga. Allí, además, adquirió el oficio de narradora, que la llena de orgullo. "¡Narra cuentos gauchescos como la mejor! y tiene su cuentito ‘La Ruperta’ ,que ha ido de gira por muchos sitios”, cuenta María Elena. El cuento, protagonizado por una mujer llamada Ruperta, es un clásico en la Alejo Iglesias, Mabel lo narra en casi todos los eventos de la biblioteca.

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"A la biblioteca la quiero un montón"

De sus días de niña en la biblioteca Mabel recuerda, sobre todo, aquella vez que fue con su mamá a sacar en préstamo El diario de Ana Frank. Dice que el libro le gustó mucho y que lo sigue recomendando a las nuevas generaciones de lectores y lectoras.

-Cuando ya una era muchacha, yo venía todos los días a la biblioteca después de trabajar en el banco y me quedaba horas. Veníamos todos los días a sacar libros y a conversar, a estar con los chicos acá. Era nuestro centro de reunión. 

Ahora, también se suman sus nietos y sus hijas. Tres generaciones de socios. 

-A  los ocho años hice socias a mis dos hijas. A los cuatro años hice socias a mis tres nietas y el nene ahora tiene cuatro años y lo hice socio, también. ¡Y les gusta venir a la biblioteca!. Una de mis nietas, Clarita, que tiene siete años, heredó de mí la lectura. Viene acá y me dice ‘abuela, quiero leer como leés vos, sin dibujitos'.

Todas las integrantes de la biblioteca coinciden en que Mabel es una gran lectora y promotora de la lectura. Ella cuenta que prefiere a los escritores latinoamericanos, las novelas históricas y las biografías de mujeres que se destacaron. Dice que lee mucho y varios libros a la vez. Todos los retira de la biblioteca, como no podía ser de otra manera. 

Cuando no va a retirar libros, a los talleres o a trabajar para la institución, Mabel va a la biblioteca a compartir un rato con sus vecinas y compañeras. A algunas, incluso, ya las considera de su familia.

-Yo la caminé mucho a esta biblioteca. La quiero un montón. Es como mi casa. 

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