El historiador estadounidense es un referente ineludible en historia de la lectura y de los libros, en esta entrevista con Revista Bepé habló sobre los modos de leer en la actualidad; contó su experiencia como bibliotecario en la Universidad de Harvard; sobre el proyecto Biblioteca Pública Digital de América y brindó ideas para pensar una historia de las bibliotecas populares. 

Robert Darnton es un historiador estadounidense, referente ineludible en historia de la lectura y de los libros; uno de los mayores expertos en el siglo XVIII francés y ex Director de la Biblioteca de la Universidad de Harvard. En esta entrevista con Revista Bepé habló sobre los modos de leer en la actualidad; contó su experiencia como bibliotecario en la Universidad de Harvard; sobre el proyecto Biblioteca Pública Digital de América y brindó ideas para pensar una historia de las bibliotecas populares. 

 

C1_RobertDarton

 

¿Qué opina acerca de los modos de leer en la actualidad? ¿Cuáles serían las posibles estrategias para manejarse en este nuevo escenario?
La gente me pregunta todo el tiempo si el libro murió. Definitivamente, no. En Estados Unidos se imprimen cada vez más libros; en 2015 hubo unos 310.000 nuevos títulos y la venta de e-books bajó un 10%. El libro, el viejo codex de 2000 años, está bien vivo y creo que es una de las máquinas más geniales: la idea del libro con páginas que se dan vuelta, a diferencia del antiguo rollo de papiro. Tenemos una conclusión dominante: un soporte nuevo no elimina al anterior. Cuando Gutenberg inventó la imprenta no se eliminó el manuscrito. La radio no mató al diario, la televisión no mató a la radio, Internet no mató a la televisión.

El libro digital no mata al libro en papel, sino que el entorno se está enriqueciendo. Puede sonar muy optimista, pero por eso mencioné a los nativos digitales y los libros nacidos digitales, precisamente para mostrar los cambios del entorno.

Las bibliotecas deben ajustarse no sólo a las nuevas tecnologías sino a estos nuevos lectores jóvenes. En Estados Unidos las bibliotecas están más vivas que nunca. Cuando me preguntan si se han vuelto obsoletas, digo enfáticamente que no porque están teniendo nuevos roles en las comunidades. Ofrecen nuevos servicios, nunca fueron meros depósitos de libros. Hoy sirven a las comunidades de maneras nuevas. Voy a dar un ejemplo, veremos si se compara con la CONABIP. Se trata del sistema público de bibliotecas de Nueva York. Por un lado están las diferentes sedes en los barrios y luego, las bibliotecas de investigación. Mientras que en CONABIP la red tiene unas 2000 bibliotecas, en Nueva York son 88. Si sos pobre en Nueva York, en un barrio como Harlem y no tenés trabajo ¿a dónde vas a buscar trabajo?. No en el diario, sino en Internet. Los avisos de empleo migraron de los diarios a Internet. Si no tenés computadora, vas a la biblioteca local y pedís ayuda a un bibliotecario. Él te enseña cómo usarla y cómo buscar información relevante para tus necesidades. Así fue como las bibliotecas se convirtieron en oficinas de empleo. Ese es un ejemplo, pero los bibliotecarios hacen muchas cosas. Hay clases para gente que no habla inglés; muchos mexicanos, por ejemplo, toman clases en bibliotecas.

 

C2_RobertDarnton

 

¿Qué consejos puede darle a los bibliotecarios? 
Puedo 
describir la experiencia en Estados Unidos y puede resultar inspiradora. Un ejemplo es la Universidad de Harvard, donde llegué como profesor y director de la biblioteca, que tiene 20 millones de volúmenes y 1000 empleados full time. La biblioteca formó su colección en el año 1638. De hecho, ella le dio el nombre a la universidad: John Harvard fue quien donó 400 libros en 1638. Cuando llegué, vi que estaba destinada a una pequeña élite, y mi objetivo se convirtió en abrirla para todos, porque es un recurso nacional.

En octubre de 2010 convocamos a técnicos de ciencias de la computación para crear un nuevo tipo de biblioteca, una que pudiera abrir y hacer accesible la biblioteca de Harvard, y otras en general, al público. Rápidamente todos dijimos que sí: las fundaciones aportarían fondos, las bibliotecas, los libros y los ingenieros en computación diseñarían la plataforma. Luego de una discusión a nivel nacional, también a través de blogs y tweets, en Harvard ideamos un plan que pudiera armar esta red de bibliotecas a nivel nacional. Hace tres años la lanzamos. Tenemos 13 millones de libros gratuitos disponibles online. Se llama Biblioteca Pública Digital de América (Digital Public Library of America). Pueden usarla, es para todos ustedes, hay libros en más de 500 idiomas. Son colecciones digitales de bibliotecas de investigación. Estamos empezando a movernos hacia algo más parecido a la CONABIP y creo que podemos aprender mucho de ustedes.

¿Qué objetivos se fijaron con la Biblioteca Pública Digital de América?
Queremos llegar a la gente común, la gente mayor, chicos de todas las edades, no solamente a los profesores de Harvard; el peligro era caer en un snobismo intelectual. ¿Cómo hacerlo? Con la tecnología. Tenemos los mejores científicos en computación que voluntariamente aportaron su conocimiento para que la plataforma fuera fácil... ¿Qué tipo de organización? Horizontal. Muy parecida a la CONABIP. Tenemos más de 2000 bibliotecas que contribuyeron con sus libros. En un sentido, el nervio de todo esto es la biblioteca pública en barrios o pequeñas localidades. Y los bibliotecarios colaboran en hacerlo disponible. Además, invitan a la gente a llevar fotografías, cartas, libros familiares. El bibliotecario puede escanear el material, crea metadata; se da un fortalecimiento comunitario. Una preservación del desarrollo orgánico de una comunidad pero también integrado al sistema nacional. Tenemos una pequeña oficina en Boston pero dependemos de las pequeñas bibliotecas de las localidades. Necesitamos aprender de CONABIP acerca de cómo pudieron crear una organización democrática y horizontal, autónoma. Tienen mucha experiencia, mucha historia acumulada.

¿Cómo resolvieron el tema del derecho de autor con la Biblioteca Pública Digital?
Lo que diga ahora quizás sea un shock. Muchos libros se venden por un tiempo determinado, su vida comercial es limitada. ¿Cuál es el interés del autor cuando su libro ya no se vende? Tener lectores. Por eso creamos la Alianza de autores. A través de ella, los autores donan los derechos de autor de forma tal que la biblioteca pueda poner en circulación ese material. Doy un ejemplo. Yo publiqué un libro en 1968; con lo que gano con ese libro puedo llevar a cenar a mi mujer una vez cada tres años -¡y si ella paga la mitad de la cuenta! Tenemos que movilizar la buena voluntad de los autores para cambiar el sistema y también movilizar a las editoriales, porque modificar el derecho de autor es imposible, hay mucho lobby.

¿Qué son más importantes para las bibliotecas, los libros digitales o los impresos?
Creo que ambos. Debemos avanzar en ambos frentes al mismo tiempo. Claro que es más caro, entonces, ¿qué hacemos? No tengo una respuesta fácil pero, como ex director de la Biblioteca de Harvard, vi por ejemplo que el costo de las publicaciones periódicas académicas crecía muchísimo y, si podíamos frenar el costo de ese material, podíamos afrontar los costos de la biblioteca. Los precios de estas publicaciones académicas subieron cuatro veces más que la inflación. El precio promedio de una publicación de química es de cuatro mil dólares anuales. Los académicos investigamos, escribimos los artículos, los referenciamos, los evaluamos, formamos parte de los comités editoriales, todo lo hacemos gratis y luego tenemos que comprar nuestro propio trabajo, es decir, lo compran las bibliotecas. Es irracional. Tenemos que crear publicaciones de acceso abierto y quebrar el monopolio de estas editoriales comerciales. Tengo un departamento especial en Harvard que se ocupa de esto; es otra de las innovaciones en pos del bien público. También necesitamos la ayuda de los bibliotecarios para poder hacerlo.

Y en cuanto a los soportes, ¿qué recomienda?
Me siento entusiasta con la idea de expandir el acceso a la información a través de medios electrónicos. Vuelvo al ejemplo de las redes de la biblioteca en barrios de bajos recursos. En muchas de ellas les dan a los chicos los libros electrónicos y ellos bajan los textos, pero está el problema del derecho de autor. Se han hecho gestiones para que las editoriales cedan derechos y que los jóvenes de barrios carenciados, en el sur del Bronx y Harlem, puedan acceder a textos. En Harlem –y esto es sorprendente– el 85% de los hogares tienen smartphones. Los jóvenes pueden bajarse textos al smartphone y quizás sea para ellos la primera experiencia de lectura. Obama dio fondos para este proyecto y, de esta manera, mostró el interés de la Casa Blanca, que entendió la importancia de estas acciones.

¿Cómo podría pensarse una Historia de las bibliotecas populares? ¿Qué información debemos recabar?
El acto de leer cambió mucho. Es muy difícil para los historiadores saber qué pasaba por la cabeza de los lectores cuando leían. En la Edad Media aparecen espacios entre las palabras, pero antes de eso iba escrito todo junto. Antiguamente la unidad de significado era el sonido. Muchos libros se leían en voz alta. La lectura silenciosa se volvió dominante en los siglos XIV y XV. En Argentina no había lectores en el sentido occidental en esos siglos, así que no hay una fórmula, pero se puede pensar un sistema de catalogación si se tiene información sobre el contexto de los lectores. El contexto puede dar una imagen general de la experiencia de la lectura. Y también los documentos. Por ejemplo, cuando yo era estudiante y llegué a Harvard, escuché que los estudiantes podíamos acceder a la sección de libros raros y manuscritos de la biblioteca. Yo estaba interesado en Melville, y ahí tenían una colección suya. Había una copia de un libro de ensayos de Emerson. Empecé a leer a Emerson a través de los ojos de Melville a los 18 años. Esos ensayos eran muy dominantes en la década de los cuarenta y los cincuenta, ligados al trascendentalismo. Melville lee esos ensayos y escribe uno titulado "Prudencia". Menciona a Argentina y al Cabo de Hornos, diciendo que las aguas ahí son violentas pero se genera cierta paz para que los viajeros puedan pasar. Melville marcó con una cruz muchos pasajes de aquel libro. Ese es el tipo de material que usamos para reconstruir una historia de la lectura. En la biblioteca hemos digitalizado esa copia para que todos puedan acceder a ella.

 

C2_RobertDarnton

...................................................................................................................................................................................................

La biblioteca Darnton

Estos son algunos de los libros que ha publicado Robert Darnton

La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa.

Edición y subversión. Literatura clandestina en el Antiguo Régimen.

El coloquio de los lectores. Ensayos sobre autores, manuscritos, editores y lectores.

Los best-sellers prohibidos en Francia antes de la revolución.

El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural.

Las razones del libro. Futuro, presente y pasado.

El negocio de la Ilustración. Historia editorial de la Encyclopédie, 1775-1800.