La escritora Cecilia Rodríguez rescata la historia de su abuela y la de otras abuelas y otros abuelos. “Las estirpes que más me interesan no se perpetúan por la continuidad de la sangre sino por la continuidad de la palabra. En ese sentido, considero que Borges, Poe, Shakespeare o Bierce, por mencionar autores a los que se hace referencia velada en el libro, son también mis abuelos. Son mis abuelas las mujeres que combatieron antes que yo por el fin del patriarcado. Son mis abuelas esas mujeres que hicieron la revolución mexicana o que participaron de los procesos de lucha del movimiento obrero y juvenil en la Argentina, que también de algún modo aparecen en el libro”, cuenta Rodríguez sobre el libro.

A través de Hexágono Editoras, la escritora Cecilia Rodríguez acaba de publicar Los cuentos de la abuela loba, un libro que compila anécdotas, imaginaciones y sueños de su abuela a lo largo de los años. “Heredé estas historias en forma de papeles y audios. Constituían hasta hoy, su mundo secreto”, cuenta Rodríguez en el epílogo. “Hay un cruce entre esa abuela real y otras historias y relatos y abuelos y abuelas un poco adoptados, un poco apropiados de ese gran mundo que es la literatura. El resultado es la abuela loba, un personaje ficcional, que no quiere decir que no sea real”, agrega la escritora; luego confiesa:  "No sé si está bien que yo figure como autora. En algunos cuentos, mi labor se limitó a transcribir y editar. En otros, me volví investigadora: tuve que chequear fechas, biografías, diarios íntimos, crónicas; tuve que estudiar procesos políticos, leer la literatura que se escribía y publicaba en ciertos años, todo para poder recrear ese mundo y explorarlo". 

El libro tiene ocho relatos: “La mujer de pelo colorado”, “Gas”, “Falta uno, Berenice”, “El sauce”,  “Isabel, la mexicana”, “Canoil”, “Prófugos” y “Abuela loba”. Rodríguez comenzó reuniendo las historias sin un plan preciso, pero cuando a su abuela le diagnosticaron demencia senil, surgió la idea del libro, como una forma de resguardar la memoria. 

En “Abuela loba” hay una señora de pelo rojizo y edad indefinida que prepara brebajes que desafían a la muerte. “Mi abuela garabateó que creía a la colorada parte de una raza de mujeres milenarias que poblaron la tierra de espaldas a Dios y aprendieron a sobrevivir en los márgenes, pasándose las recetas de generación en generación”, dice la narradora. En “Gas”, “la extrañeza se integra a lo real”, como plantea la poeta Andi Nachón en la contratapa. "Cambié muchas veces de nombre antes de llegar a ser tu abuela”, dice una señora que desborda en recuerdos en el cuento que le da título al material.  Los cambios y las metamorfosis son algunos de los ejes del libro. Hay metaformosis corporales y en los vínculos y también cambios políticos y sociales. 

Los cuentos de la abuela loba cuenta la historia de quien fue la abuela de Cecilia, pero también las historias de tantas otras abuelas y otros abuelos. A la vez plantea cierto recorrido literario con referencias a escritores y a libros clásicos. “Las estirpes que más me interesan no se perpetúan por la continuidad de la sangre sino por la continuidad de la palabra —cuenta la escritora— En ese sentido, considero que Borges, Poe, Shakespeare o Bierce, por mencionar autores a los que se hace referencia velada en el libro, son también mis abuelos. Son mis abuelas las mujeres que combatieron antes que yo por el fin del patriarcado. Son mis abuelas esas mujeres que hicieron la revolución mexicana o que participaron de los procesos de lucha del movimiento obrero y juvenil en la Argentina, que también de algún modo aparecen en el libro”. 

El libro recorre décadas, sentimientos, colores, perfumes, hechos históricos, construye personajes entrañables, cuenta pequeñas anécdotas. La historia de la abuela loba se vuelve una especie de excusa para develar vínculos humanos y las historias que suceden en los márgenes. 

 

C_C.RODRIGUEZ