"Escribo siempre para dejar un mensaje", dice Ferréz. En esta nota te contamos quién es este escritor brasileño referente del Movimiento de Literatura Marginal.

Ferréz se levanta la manga de la campera y muestra con orgullo el antebrazo. “¿Ves?”, dice sonriendo. Es un niño leyendo una revista de superhéroes, uno de los tantos tatuajes que lleva en el cuerpo y que son, a la vez, declaraciones políticas: la tapa de su primer libro, la cara de su amigo muerto, una poesía de Arnaldo Antunes. Cada dibujo cuenta algo de él y de sus convicciones; relata la pobreza, la vida en los barrios marginales, el arte como forma de vida y de salvación. 

Reginaldo Ferreira da Silva nació en 1975 en la periferia de San Pablo, Brasil. Más específicamente en la favela de Valho Velo. A los tres años se mudó con su madre a Capão Redondo, otra enorme favela paulista estigmatizada por encabezar los índices de violencia y tráfico de drogas de la ciudad. En ese barrio creció y ahí vive actualmente. 

Ahí también empezó a hacer hip hop, a escribir poesía y relatos, y se transformó en Ferréz, uno de los principales referentes del autodenominado Movimiento de Literatura Marginal que hace dos décadas comenzó a desarrollarse en la periferia de San Pablo y reivindica la producción cultural de esos barrios. “El movimiento le dio voz a los que no la tenían -cuenta Ferréz-. Los periodistas hablaban despectivamente de la literatura de los márgenes. Entonces, decidimos llamarlo Movimiento de Literatura Marginal y lo transformamos en algo bueno”. 

El movimiento comenzó con la revista Caros Amigos/Literatura Marginal, una antología -ideada y organizada por Ferréz- que visibilizó una escena literaria dispersa y desconocida hasta entonces, a la vez que legitimó a esas voces marginales. Al año siguiente, también como parte del movimiento, se inauguró un espacio poético llamado “sarau” que funcionó en bares de la periferia paulista. Allí, los vecinos comenzaron a juntarse para leer frente a un micrófono textos propios o ajenos. “Muchos bares -espacios donde suelen ocurrir los actos que luego se vuelven estadísticas (los asesinatos y el alcoholismo)-, funcionan desde entonces también como centros culturales (...) Estos espacios se volvieron importantes centros de difusión (principalmente por la organización de antologías y la venta de libros autorales) y de formación de lectores y de escritores”, explica la investigadora Lucía Tennina en su libro Saraus

“Hoy cuando vamos a los barrios, ellos ya conocen y se identifican con la literatura marginal, conocen nuestro movimiento -cuenta Ferréz- A un show de poesía y hip hop vienen diez mil personas. Cuando entro con la poesía ellos se quedan ahí, en silencio, prestan atención a todo. Esperan ese momento. Es un trabajo de veinte años del que vemos los frutos hoy. Por ejemplo, mucha gente empezó a leer con Capão pecado [una de sus novelas]  y hoy hay nuevas generaciones de escritores marginales”.

 

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Narrar para visibilizar 

“Mi gente aparece en la televisión solo como presos, ladrones o empleadas domésticas. Y la televisión nos obliga a admirar a otros que no son como nosotros. Yo quiero que los personajes de mi libro tengan ese odio, que es producto del dolor por obligarnos a ser lo que no somos, por obligarnos a sentir vergüenza por el lugar donde vivimos. El odio también puede ser dignidad”, dijo el escritor en la presentación argentina de su novela Manual práctico del odio que publicó Corregidor y a la que le siguieron, en el país, la novela Dios se fue almorzar, la colección de cuentos Nadie es inocente en San Pablo y el libro infantil Amanecer Esmeralda

Justamente, los libros de Ferréz narran la violencia de la periferia, pero a la vez permiten visibilizar a una población históricamente marginada y estigmatizada por la ciudad, por el arte y por los medios de comunicación. También a ellos, a los suyos, les habla. “Escribo siempre. Cuando no tengo nada para hacer y cuando tengo mucho para hacer, pero siempre con un tema, con la misión de pasarle algo al público -define el escritor- No escribo en el vacío o porque creo que una frase es bonita. Escribo siempre para dejar un mensaje, incluso mensajes para que se desapeguen de otros mensajes”.

 

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Amanecer esmeralda

“Hago libros para que nuestros hijos los lean en el futuro. Fue así que escribí Amanecer Esmeralda, imaginando un camino de esperanza y de victoria para los niños que conviven en los márgenes de la gran ciudad, para los niños de la periferia”, cuenta Ferréz en el prólogo. El libro infantil narra la historia de Mañana, una nena que vive en un barrio pobre, en las afueras de una gran ciudad latinoamericana. 

Está disponible en todas las bibliotecas populares del país, gracias al aporte de la CONABIP.