Hacemos un repaso por los aspectos menos difundidos de su vida: su amor por los huevos, su faceta como cocinero, su talento para el baile, su fecha de nacimiento apócrifa y mucho más.

Es por todos conocido que Oliverio Girondo fue un poeta argentino vinculado a la vanguardia porteña de los años 1920. También que se casó con la escritora Norah Lange, que fue un viajero incansable y un anfitrión destacado. Sin embargo, hay aspectos desconocidos de la vida del autor de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Calcomanías, Espantapájaros y En la masmédula, entre otras obras. Aquí te contamos algunos de ellos. 

 

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Nacimiento apócrifo

Oliverio declaraba haber nacido en 1891, pero su documento de identidad lo desmiente. Octavio José Oliverio Girondo  nació el 17 de agosto de 1890, pero por coquetería o simple diversión, decidió “rejuvenecer” un año.

De huevos, omelette y otras yerbas

Girondo comía huevos todos los días de su vida y su biblioteca ostentaba un libro con 365 maneras de cocinarlos. Pero su pasión iba un poco más allá: cada vez que tomaba a una cocinera para trabajar en su casa le hacía “la prueba del omelette”. La aspirante debía preparar ese plato para el escritor y si él lo encontraba sabroso, la cocinera ingresaba a sus cocinas. 

Un libro de recetas

El escritor también se interesaba por la cocina. Además de los libros de recetas con huevos, Girondo tenía en su biblioteca ejemplares sobre cortes y técnicas de cocción. Además, colaboró en la realización de El gran libro de cocina de la cocinera Marta Beines, aunque prefirió no figurar en los créditos de la publicación.

Girondo bailaba el tango como ninguno

Oliverio era un gran bailarín de tango. A la hora de la danza en las tertulias que organizaba, el escritor calzaba unos zapatos de charol con un moñito de raso e implementaba una técnica de baile particular que consistía en moverse dentro de los límites de una baldosa. 

El coleccionista

Girondo coleccionaba piezas de arte, libros y objetos particulares. En sus constantes viajes por el mundo adquiría estos objetos y los exhibía en su casa. Entre sus tesoros había un barco en nácar con luces, una mesa con textiles precolombinos, cofres, cajas de música, escafandras y hasta un caballo de calesita. Además, contaba con 6000 libros, entre los que se destacaban un ejemplar que había pertenecido a Oscar Wilde, libros de viajeros del siglo XVIII y volúmenes sobre el mundo precolombino. 

Dibujos de amor

Oliverio era aficionado al dibujo y dibujaba a diario. Sobre todo para su amada Norah, a quien le dejaba dedicatorias  amorosas con dibujos sobre los muebles de la casa. "Todo era amor… amor!/No había nada más que amor”, en palabras del propio Girondo. 

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Fuente: Susana Lange/Herederos de Oliverio Girondo y Norah Lange.